El presidente cuando llegó a la clausura del congreso Foto: Juan Pablo Bello - SIG |
Cartagena, 27 mar (SIG).- “Qué bueno estar aquí con
todos ustedes, queridos alcaldes y alcaldesas, en este último Congreso, porque
creo que en el próximo Congreso ya no estarán ustedes.
Quiero comenzar diciéndoles:
gracias. Gracias, porque creo que hemos trabajado, dentro de todo tipo de
tempestades, de dificultades, pero hemos trabajado juntos, nos hemos entendido
y hemos hecho cosas muy importantes.
Si uno mira hacia atrás lo que
hemos logrado, ustedes, el Presidente y el Gobierno Nacional, es mucho lo que
hemos logrado. Pero al mismo tiempo soy el primero en reconocer que es mucho lo
que nos falta, mucho camino que hay que recorrer. Por eso entiendo
perfectamente su angustia para que en los próximos nueve meses podamos
adelantar, con el mayor ímpetu, con la mayor eficacia posible, lo que falta y
lo que es posible hacer para cerrar con broche de oro.
Pero qué bueno haber podido
mejorar esa coordinación entre alcaldías, gobernadores y el Gobierno Nacional,
porque de eso se trata nuestra democracia: la institucionalidad.
Lo he dicho en repetidas
ocasiones. Y ahora, con ocasión de las dificultades que se han presentado en
una de las ramas del poder público, en la rama judicial, la institucionalidad
es algo que todos tenemos que defender.
De eso se trata la democracia.
La democracia no es nada diferente a una sumatoria de instituciones, que son en
la parte vertical los poderes públicos: el poder legislativo –que es poder
supremo, pues según los ingleses, allá nació el parlamento, el poder supremo de
la nación–, el poder judicial y el poder ejecutivo. En la parte horizontal, el
Gobierno central, los gobiernos departamentales, los gobiernos municipales.
Como decía ese gran dirigente
mundial Winston Churchill, la democracia es el peor de los sistemas, pero
excluyendo a todos los demás. Esa frase la produjo precisamente cuando veía que
las instituciones fallaban, porque las instituciones son hechas, están
compuestas por seres humanos, y los seres humanos todos fallamos, todos tenemos
defectos, nos equivocamos.
Y las propias instituciones,
que son diseñadas por seres humanos, también fallan en sus procedimientos, en
sus normas, en la forma como producen resultados. El mundo cambia y las
instituciones muchas veces se quedan rezagadas y no cambian al mismo ritmo que
deberían. Por eso comienzan a no producir los resultados que la gente espera.
Pero la solución no es acabar
con las instituciones, porque ahí sí se cae el andamio y la convivencia de una
sociedad. Entra en anarquía, entra en caos. Las instituciones son precisamente
lo que regula nuestro comportamiento.
Inclusive hay instituciones
formales, que son las leyes, los decretos. Y hay instituciones informales, que
son las costumbres, lo que hereda uno de nuestros padres, de nuestros abuelos,
la cultura. Esas dos instituciones, las formales y las informales, son lo que
determina el progreso y el éxito de una nación, de una sociedad.
Por eso tenemos que estar en
permanente análisis, en un proceso de mejoramiento continuo de esas
instituciones.
El Congreso de la República,
que es donde se hacen las reformas, donde se diseñan las normas que ponen a
funcionar las instituciones, allá tiene que haber un debate permanente –y en
efecto, lo hay– de por qué no funciona esto, cómo lo cambiamos, por qué no
funciona aquello. Allá se expiden las leyes, las instituciones formales.
Y que si la Constitución se
quedó obsoleta, pues entonces hagamos ese cambio constitucional, pero no
acabemos con el Congreso, no acabemos con la Constitución, porque nos quedamos
sin nada.
Logros del trabajo con los
alcaldes
Por eso la relación entre
alcaldes y Gobierno Nacional debe sufrir el mismo proceso de mejoramiento
continuo. Si hay un legado que me enorgullezco en dejarle a este país, es
precisamente lo que con ustedes hemos logrado construir en estos tres años
largos que ustedes llevan de alcaldes.
Recuerdo perfectamente que,
recién elegidos, con muchos de ustedes nos trazamos unos objetivos, que no
todos se lograron, pero cuando uno hace el inventario hemos logrado muchísimo.
Cuando uno hace el inventario de lo que ha logrado el país, uno dice: hombre,
se ha logrado realmente mucho, aunque, repito, falta mucho por hacer.
Cuando uno, por ejemplo, va a
cualquier conferencia internacional, como me ha sucedido recientemente, y los
grandes analistas de nuestra economía dicen: miren a Colombia en estos últimos
cuatro años lo que ha hecho.
Se colocó en el primer lugar
en crecimiento económico en toda América Latina. Se colocó en primer lugar –eso
para mí es mucho más importante y ustedes me comprenden, porque para ustedes
también– en indicadores sociales.
Las cifras que nos dio el
Dane, hace un par de días, del descenso en la pobreza y en la pobreza extrema.
Cuando yo recibí el Gobierno, el 7 de agosto de 2010, dije: Esa va a ser mi
prioridad, la lucha contra la pobreza. Este país es demasiado inequitativo. Las
brechas son demasiado grandes entre ricos y pobres y entre regiones, y vamos a
tratar de cerrarlas.
Y las hemos venido cerrando: 4
millones 400 mil compatriotas salieron de la pobreza, 12 puntos porcentuales.
Nunca en la historia de Colombia, ni nunca en la historia de ningún país
latinoamericano, constatado por el Director de la Cepal el día que publicaron
las cifras, había logrado ese objetivo: una reducción tan rápida y en tan corto
tiempo de la pobreza extrema y de la pobreza en general.
Cuando uno ve el empleo, la
generación de empleo, y llegan de diferentes organismos internacionales a
averiguar qué es lo que estamos haciendo en Colombia para haber logrado bajar
la tasa de desempleo durante 52 meses seguidos, mes tras mes, con un solo mes
de excepción, una excepción que fue diciembre del año pasado, cuando no bajó
frente al mismo mes del año anterior.
Pero van 52 meses. Hemos
creado más de dos millones y medio de empleos, que fue lo que habíamos
prometido en el Plan de Desarrollo.
Cuando uno analiza el Plan de
Desarrollo, analiza las metas y el cumplimiento de esas metas, concluye que
nunca en la historia de Colombia un Plan de Desarrollo había sido cumplido en
ese porcentaje. Creo que el 84 por ciento de las metas las cumplimos.
¿Por qué? Porque trabajamos
juntos: ustedes, este servidor, los gobiernos, las alcaldías, los gobiernos
departamentales, el Gobierno Nacional.
Regalías
La reforma a las regalías, que
fue producto, en buena parte, del apoyo que recibimos de una mayoría de
alcaldías y departamentos para una distribución más equitativa.
Sí, efectivamente hemos tenido
dificultades, porque estamos, como lo he dicho muchas veces, aprendiendo a
manejar esas regalías. Entonces nos inventamos los Órganos Colegiados de
Administración y Decisión (Ocad).
Los Ocad han funcionado con
muchas dificultades: que se demoran mucho, que son muy exigentes, todo eso es
cierto. Pero lo que se ha logrado, la inmensa mayoría de los municipios lo que
han podido percibir en recursos que antes no percibían, es algo muy importante.
Como suele suceder, eso es
parte de la condición humana y política. En la medida en que uno va
progresando, se va exigiendo más y se va volviendo más exigente. Cuando uno
sale de la pobreza, cuando saca uno a una persona de la pobreza, a esa persona
se le abre un horizonte y se vuelve más exigente y ya no es simplemente que le
den los subsidios. Quiere que su hijo vaya a la mejor universidad, quiere tener
un mejor empleo. Y eso está bien, aunque produce protestas, produce
dificultades. Pero eso es parte del proceso de desarrollo, de crecimiento de un
país.
Cuando vemos esos fenómenos,
¿por qué hay insatisfacción en estos sectores si nunca antes habían tenido
tantos recursos, tantas inversiones? Pues es eso: porque salieron de un estado
y entraron a otro, donde se le abren todavía más expectativas. Eso es lo que
nos hace progresar y canalizar cada vez mejor la angustia pública, los recursos
públicos, para ir satisfaciendo cada vez más esas necesidades.
Y nunca tendremos los recursos
suficientes para satisfacer todas las necesidades. Siempre habrá faltantes. Lo
importante es tratar, como dicen los economistas, de maximizar esa satisfacción
de necesidades.
Eso es lo que hemos hecho con
ustedes en estos años. Y es lo que quiero hacer con ustedes de aquí al final de
su mandato, el 31 de diciembre de este año.
Yo sé que les cayó como un
baldado de agua fría la reducción o el aplazamiento de esos 5,2 billones de
pesos en la parte bianual de regalías.
Déjenme explicarles un poco
eso a qué se debe y trataré de ver cómo esa mala noticia se puede convertir en
una buena noticia.
Si hay algo que hemos logrado,
esa también fue una prioridad para mí desde el comienzo del Gobierno, es
generar confianza en nuestra economía, es generar unos indicadores de la
macroeconomía que fueran lo más sólidos posibles.
¿Por qué eso es tan importante?
Porque si uno no tiene una economía sólida, que pueda crecer a tasas
suficientemente altas, no produce los recursos para hacer las inversiones que
se necesitan.
O sea: una condición
fundamental para el progreso de cualquier país, esto no es un invento
colombiano, de cualquier país, es tener una economía sólida que genere
confianza. Y la generación de confianza es vital, porque esa es la confianza
que le permite a la economía mantenerse en un círculo virtuoso.
En un círculo donde hay alto
crecimiento, hay recursos. Y esos recursos se invierten en lo social, y lo
social mejora. Y esa mejora se convierte en mayor crecimiento, mayor demanda,
mayor consumo.
La confianza es como la rueda
que mantiene ese círculo funcionando.
Desde el primer momento nos
propusimos generar esa confianza. Y lo logramos.
Por primera vez en la historia
de Colombia, las calificadoras de riesgo internacionales nos mejoraron la
calificación en dos ocasiones en un gobierno. Nos devolvieron lo que llaman el
grado de inversión. ¿Por qué? Porque aprobamos las leyes correctas. Porque
aprobamos una reforma constitucional que se llama la Responsabilidad Fiscal,
como criterio que rige en buena parte, y debe regir, las decisiones de los
poderes públicos todos.
Porque aprobamos una Regla Fiscal,
que nos obliga a mantener un sano equilibrio de nuestras finanzas públicas y
nos prohíbe acumular déficit, año tras año. Porque eso es precisamente lo que
genera las crisis que, por ejemplo, tienen a Europa postrada en su crecimiento
económico, que le ha costado tanto a América Latina, que nos costó a nosotros
muchísimo.
Yo fui Ministro de Hacienda en
el peor momento de nuestra economía, precisamente porque permitimos que se
acumularan esos déficits, que subiera la deuda. Y como en cualquier familia,
como en cualquier empresa, nos quedamos sin cómo pagar las deudas si no
teníamos los ingresos suficientes. Y tuvimos que hacer unos ajustes que a la
larga son muy costosos socialmente.
Si nuestra Constitución es una
Constitución que defiende los derechos, pues una de las obligaciones de
cualquier Gobierno es que tiene que evitar las crisis que vulneran tanto los
derechos. Por eso es tan importante mantener la economía sólida. La economía
sólida es la que genera la confianza. Y la confianza nos permite, por ejemplo,
acceder a recursos a un precio mucho más bajo del que puede acceder un país sin
esa confianza.
Miren lo que ha sucedido en
estos últimos días. Este lunes, el lunes pasado, nos tocaba financiar lo que
nos quedaba de este año: mil millones de dólares. Y salimos a hacer una emisión
de bonos. La confianza se mantiene en la economía colombiana: hubo demandas por
cinco veces lo que necesitábamos.
O sea, estábamos necesitando
mil millones y nos ofrecieron cinco mil millones de dólares, a una tasa inferior
a la tasa que colocamos los bonos en enero de este año. ¿Qué quiere decir que
colocamos esos bonos a una tasa inferior? Que a pesar de todas las
dificultades, a pesar de las tormentas que hemos vivido, la baja del precio del
petróleo, la confianza no solamente se mantiene sino que se fortaleció, porque
nos están ofreciendo dinero a un costo todavía más bajo.
¿Eso por qué se ha logrado?
Porque tomamos las decisiones correctas en el momento correcto, en el momento
oportuno. Porque tomamos las decisiones para decirles a los mercados: no vamos
a permitir los desequilibrios en nuestras finanzas públicas.
Por eso hicimos el recorte del
Gobierno Nacional, el aplazamiento de los seis
billones de pesos, donde hicimos unos cálculos: a pesar de la reforma
tributaria que nos va a aumentar los ingresos, vamos a poder endeudarnos un
poco más, porque la regla fiscal nos permite, pero nos quedan faltando seis
billones.
¿De dónde los sacamos? Pues
del recorte de nuestra propia inversión y de nuestros propios gastos de
funcionamiento. Y nos dimos esa pela: bajamos en el presupuesto esa cifra. Y en
el Plan de Desarrollo bajamos 17 billones de pesos lo que íbamos a invertir o
lo que vamos a invertir en los próximos cuatro años: 17 billones de pesos. Y a
pesar de eso, vamos a poder invertir un poco más de lo que hemos invertido en
los primeros cuatro años, que es la cifra más alta de toda nuestra historia.
Ese comportamiento y esas
decisiones responsables son lo que mantienen la confianza, que es vital. Esas
son decisiones producto de una aritmética: si yo recibo cinco y me gasto seis,
pues yo no voy a resistir mucho tiempo, porque me voy a desfinanciar. Entonces
tengo que bajar de seis a cinco o subir los ingresos de cinco a seis, para
tener un equilibrio.
Eso pasó también con las
regalías. Las regalías, producto de la exportación del petróleo básicamente, el
carbón, la minería, pero está concentrada en petróleo y carbón. Se vino el
precio abajo. Ustedes lo saben mejor que yo, no solamente el petróleo, el
carbón también, 50 por ciento. Pues tenemos que ajustarnos y ajustarnos todos.
Fue por eso, como una medida
de responsabilidad frente a nosotros mismos y frente al entorno internacional,
que se tomó esa decisión de congelar, de posponer esos 5,2 billones de pesos.
Quedan en espera. Ojalá que se aumente el precio del petróleo el día de mañana
y entonces podemos descongelar. Y si no, pues no podemos descongelarlos.
Entonces entiendo la
frustración. Pero también entiendo y también es mi responsabilidad, y esta es
la parte positiva de la noticia, por así decirlo, aquí el doctor Gilberto Toro
me decía que yo traía buenas noticias. Y son buenas, porque yo le he aprendido
a los chinos, que son sabios en muchas cosas, que las crisis hay que
convertirlas en oportunidades. Esta crisis no la vamos a desaprovechar y vamos
a convertirla en una oportunidad.
Por el lado de la producción
económica, la producción industrial, la producción agropecuaria, se nos
presenta una oportunidad de oro con esta baja del precio del petróleo, porque
estábamos comenzando a depender demasiado de los ingresos petroleros para
nuestro crecimiento.
Estábamos comenzando a tener
una especie de ‘resfriado holandés’. La ‘enfermedad holandesa’ es cuando las
economías comienzan a depender demasiado de la parte minero-energética, y entonces destruyen el
resto de la economía. Si hay un país ya con un ‘cáncer holandés’ es, por ejemplo,
Venezuela, que ya tiene el 94 ó 96 por ciento de su economía dependiendo del
petróleo. Eso es malo. Nosotros estábamos como dependiendo demasiado.
Entonces esta baja del precio
del petróleo, en cierta forma, vino en un momento oportuno, porque nos va a dar
la oportunidad de aprovechar la devaluación, que produce la baja del precio del
petróleo, para incentivar toda una serie de sectores agropecuarios,
industriales.
Y eso es lo que estamos
haciendo. Vamos a incentivar todo ese engranaje económico, diferente al
petróleo y a la minería, para mantener las tasas de crecimiento. Esa es una
prioridad: mantener las tasas de crecimiento. Este año vamos a crecer menos,
pero vamos a ser el país que seguirá creciendo más de toda América Latina,
precisamente porque estamos poniendo en marcha políticas que jalonan la
economía: la vivienda, la infraestructura, la parte agropecuaria. A mí eso me
interesa enormemente.
Y que la inversión pública se
mantenga a la tasa más altamente posible. Por eso a mí me interesa muchísimo
que ustedes, señores alcaldes y alcaldesas, en estos nueve meses que quedan,
puedan ejecutar la mayor cantidad de proyectos posibles. Gasten esa plata,
inviertan esa plata, porque eso me va ayudar a compensar la falta de demanda
que produce el recorte de inversión por la baja del precio del petróleo.
Entonces es pensando en eso
que hemos hecho una serie de cálculos, que los voy a compartir con ustedes.
Este aplazamiento es por las
regalías bianuales: de este año y del entrante: 5,2 billones. De esos 5,2, de
inversión propiamente dicha son 3,5. O sea que para este año el impacto
negativo directo en la inversión es de 1,7 billones. A ustedes, por ejemplo,
los afecta en ese sentido en 1,7 billones.
¿Entonces qué hemos hecho para
contrarrestar eso y para también cumplir con el propósito de ver cómo podemos
aprovechar que ustedes están con ganas de hacer las cosas y cerrar con broche
de oro? Y si ustedes son exitosos, ayudan enormemente a la economía del país y
ayudan enormemente a los objetivos del Gobierno.
Por eso nos sentamos con el
Ministerio de Hacienda, con Planeación, a ver cómo podemos compensar, y si es
posible mejorar la situación de estos alcaldes que se van a ir el 31 de
diciembre. Ese cálculo fue el que hicimos y el que quiero compartir con
ustedes.
Hay un decreto de cierre de
las regalías, que tiene que firmarse ya, tenemos que firmarlo en los próximos
15 días. En ese decreto de cierre, según las decisiones que se tomaron, hay un
saldo de años anteriores que, sumados, acumulan 3,6 billones de pesos, que son
platas de ustedes pero que están represadas.
Están represadas, entre otras
cosas, porque no han podido ejecutarlas, porque no han podido estructurar los
proyectos por mil razones. Por razones de falta de instrumentos para poder
ejecutar bien eso.
Entonces ahí lo que hicimos
fue: Planeación Nacional, saque plata usted de su presupuesto. Saquemos plata
para poder financiar, en una especie de plan de choque, una serie de
estructuraciones de proyectos y ayudar a desentrabar proyectos. A eso le vamos a
invertir 66 mil millones de pesos.
Hay también lo que llaman las
compensaciones. Compensaciones a los municipios productores que suman 2,2
billones de pesos. Y nos pusimos a ver dónde podemos sacar más plata. Plata que
estaba, por ejemplo, en el Ministerio de Hacienda, los rendimientos
financieros. Ahí se sacaron 400 mil.
Platas de ese fondo de ahorro
o para desahorrar, entonces sacamos otros 400 mil. Unos incentivos para los
municipios productores, para que puedan mejorar la producción de esos municipios:
180 mil.
Las compensaciones –que
ustedes no las iban a ver porque las compensaciones del año 2014 y 2015, de
acuerdo con las reglas, se pagan el año entrante–, vamos a anticiparlas y a
pagarlas ya: que son por 800 mil millones el año 2014 y 400 mil millones el año
2015. Entonces eso suma 2,2 billones de pesos.
Si hacemos una sumatoria de
los recursos disponibles, lo que suma eso son 5,8 billones de pesos.
Ahí el problema entonces dice:
¿cómo podemos acelerar la ejecución? Que ustedes se puedan gastar, si se pueden
gastar la mitad, sería la maravilla. Y si se pueden gastar más, mejor aún.
Entonces les voy a proponer,
doctor Toro y doctor Bueno, lo siguiente. Aquí están los Viceministros de
Hacienda, la Ministra encargada, de Planeación y de Minas. Está el doctor
Mustafá.
Yo quiero recoger su
sugerencia, querido Alcalde Bueno, de una mesa permanente, donde se dediquen
exclusivamente es a desentrabar proyectos de todo tipo, para que podamos
gastarnos esa plata. Esa es una plata muy importante.
Si logramos gastarnos la
mitad, nos va divinamente. La inyección de la mitad de eso: 2,6 billones. Pero
podríamos gastarnos todo, si somos capaces. Todo, que son 5,8 billones de
pesos.
Entonces en ese sentido voy a
proponerles que hagamos eso. Y esa mesa permanente comienza a funcionar hoy.
Otros temas
Ahora: aquí surgió un
problema, un problema que es real. Esa fue una de las razones por las cuales
quería que se aprobara la reelección. Esa norma absurda que les impide a los
alcaldes y al Gobierno Nacional pero, sobre todo, a ustedes, ejecutar obras,
contratar obras durante un periodo muy largo de su mandato.
Esta norma, que el doctor
Gilberto Toro nos recuerda que fue establecida precisamente por la reelección,
y como ya no hay reelección, ni del Gobierno Nacional, ni de los gobiernos
departamentales, entonces yo sí creo que debemos, doctor Néstor Humberto
(Martínez, Ministro de la Presidencia), derogar esa ley con mensaje de
urgencia, con mensaje de urgencia.
Yo no sé por qué el Ministro
del Interior les dijo que no se podía. Yo creo que sí se puede. Entonces la Ley
de Garantías para desaparecer esa Ley de Garantías, que eso no tiene ninguna
justificación.
Eso nos va a dar más tiempo
para que ustedes puedan ejecutar esos ojalá 5,8 billones de pesos.
Otro aspecto: hay otra planta
muy importante. Me dicen –ustedes me corregirán, doctor Gilberto y doctor
Bueno–, que hay muchos municipios donde el Fondo de Adaptación les entregó o
contrató con las cajas de compensación la construcción de las viviendas, sobre
todo las viviendas o el mejoramiento de viviendas afectadas de la ola invernal.
Me dicen que eso no se ha
movido y que a las cajas de compensación se les ocurrió, no sé por qué se les
ocurrió, si eso me parece totalmente inconveniente, que no, que la única forma
de ejecutar o de construir esas viviendas es llevando a los campesinos a las
cabeceras municipales. ¿Eso a quién se le puede ocurrir?
Entonces me enteré de eso, les
confieso, hace unos días. Entonces voy a decirle, doctor Néstor Humberto, usted
que es miembro de la Junta Directiva: Hágame el favor y le dice al Fondo de
Adaptación que cancele esos convenios y haga convenios con los alcaldes para
que los alcaldes hagan eso.
Ustedes van a ser los más interesados
en que eso se haga de aquí al 31 de diciembre, porque ustedes quieren entregar
esas casas. Con veeduría nuestra, por supuesto, pero ustedes hacen esas casas.
Por otro lado, señora
Viceministra, ¿cómo hacemos para acelerar, y déme una fecha, para que los
recursos de todos los municipios que tengan derecho estén en su bolsillo. Déme
una fecha precisa. ¿Cuándo puede ser? En dos semanas (...).
Proceso de paz
El último punto que quería
mencionarles, que tiene también que ver con la institucionalidad y con el
futuro de este país, y agradecerles, porque realmente lo que dijo Elkin Bueno
es totalmente cierto: ustedes, la inmensa mayoría, por no decir todos ustedes,
me apoyaron o apoyaron la paz y vienen apoyando la paz. Ustedes son la base de
la democracia. Cuando hablaba de la institucionalidad, de las instituciones
verticales y horizontales, la base son ustedes, los alcaldes y las alcaldesas.
Si queremos paz en este país,
el apoyo de ustedes es fundamental. Por eso quiero agradecerles enormemente
este apoyo que me han prestado, que le han prestado a la paz. Y el apoyo que
tienen que seguirle prestando, porque estamos todavía en la mitad del camino.
Nos falta lo más difícil. Estamos en la negociación más difícil.
Pero también me pueden ayudar
–eso es lo que les pido como favor a ustedes, de aquí al momento en que ustedes
se vayan de sus alcaldías– a hacer pedagogía de la paz.
Pero la pedagogía de la paz
debe basarse sobre verdades, no sobre mentiras, no sobre falacias, no sobre
desinformación. Porque es increíble cómo han venido acumulándose todo tipo de
versiones totalmente mentirosas, que la gente, por oírlas permanentemente,
comienza a creerlas.
Voy a darles unos ejemplos.
Hoy, esta mañana, un columnista de El Tiempo, que era ‘santista’ ciento por ciento,
esas columnas apoyaban a Juan Manuel Santos con vehemencia, y resulta que
descubrí que ese columnista tenía un contrato con el Gobierno y me pareció
indebido, entonces le quité el contrato, y este columnista se volvió
‘antisantista’ visceral. Esa es la objetividad de este columnista.
Entonces se volvió
‘antisantista’. ¿Y cómo se vuelve ‘antisantista’? Atacando la paz con mentiras.
Les voy a decir lo que dice
este columnista en su columna de hoy: que vamos a reducir el número de soldados
y policías, que vamos a reducir las Fuerzas Armadas de Colombia, que las vamos
a debilitar y a disminuir, dejarlas en su mínima expresión.
Dice este columnista que vamos
a revisar los 14 Tratados de Libre Comercio, porque eso es lo que nos está
exigiendo las Farc. Y que vamos a aprobar alguna limitación al principio de la
propiedad privada. ¡Hágame el favor!
Y dice este columnista que
hemos negociado con la guerrilla unas zonas de reserva campesina, donde las
Farc van a ser la autoridad política y la autoridad militar y la autoridad
tributaria. ¡Hágame el favor!
Y dice este columnista que las
Fuerzas Militares están desmoralizadas, que no están peleando, que están
postradas, muertas de la tristeza.
Y dice este columnista que el
general (Jorge Enrique) Mora Rangel se salió de la mesa de negociación, porque
tuvo objeciones a los acuerdos que permitían a las Farc un peligroso control
sobre ciertos territorios colombianos.
Eso es toda una falacia, toda
una mentira. Y lo escribe sin vergüenza, sin sonrojarse, como una verdad
cierta, en el periódico más importante del país.
Eso es lo que yo les pido a
ustedes que ayuden a corregir.
Esta paz ha sido elaborada,
planeada, diseñada con todo el cuidado. Yo he tenido unas líneas rojas desde el
primer momento, desde el primer momento, que no he traspasado, ninguna de
ellas. Y lo que se ha negociado es lo que el país conoce. Nada más. Por eso
este tipo de mentiras.
Ayer estuve con el general
Mora y el general Naranjo, los que dice este columnista, esta gente, que dizque
sacamos de la mesa de negociación, estuve ayer con ellos en Rionegro, en
Antioquia, con toda una División, con la Policía de esa región, Fuerza Aérea y
Ejército, explicándoles cómo va el proceso.
Y el general Mora –lo vieron
ustedes por televisión anoche–, invitando a los miembros de las Fuerzas Armadas
a no tenerle miedo a la paz, porque la paz es la victoria de nuestras Fuerzas
Armadas.
Y a no escuchar esas mentiras
como, por ejemplo, este panfleto que está circulando nuevamente, donde dice que
vamos a acabar con las asignaciones de retiro de las Fuerzas Militares, que
vamos a reducir los derechos adquiridos, que les vamos a dar las pensiones a la
guerrilla, las pensiones de nuestros militares y policías. ¡Por Dios!
Entonces esas mentiras están
circulando por todos lados, circulando por todos lados, que inclusive a veces
encuentran eco en altísimos funcionarios.
Esta mañana me sorprendí de
que el señor Procurador General de la Nación se declara perplejo por la
exclusión de los generales Mora Rangel y Óscar Naranjo de la mesa de diálogo
con las Farc en Cuba.
¿Cuántas veces lo hemos
explicado? Ayer los propios generales acompañándome a mí, diciéndole a su
propia gente, a los policías y soldados de la patria, que el proceso de paz va
por buen camino y que hay que apoyarlo.
¿Entonces cómo sale el
Procurador General de la Nación, esta mañana, a declararse perplejo, perplejo?
¡Hágame el favor! Yo sí le pido al Procurador que deje de hacer política, deje
de meterse en el proceso de paz, que eso es una responsabilidad mía, del
Presidente de la República.
Y les pido a ustedes, queridos
alcaldes, que me ayuden a llevar la palabra de la paz a sus municipios, que es
lo que le conviene a Colombia. Vamos por buen camino. Nos falta tomar
decisiones difíciles, sí, pero tengan la seguridad, y ustedes son los que mejor
pueden evaluar eso, porque ustedes, muchos de ustedes, la mayoría de ustedes,
han sufrido esta guerra, han sufrido esta violencia. Ustedes son los mejores
testigos de lo que significaría la paz para Colombia.
Por eso ayúdenme, ayúdenme a
seguir en este camino, que sé que es un camino difícil, desde cuando tomé la
decisión de iniciar un proceso de paz, pero dijeron: la paz es mucho más
difícil que hacer la guerra. Y lo he podido comprobar con creces, pero es lo
correcto, es lo que este país necesita.
La paz para los colombianos es
el objetivo más importante que todos podemos dejarles a nuestros hijos. Por
eso, con la ayuda de ustedes, vamos a lograr ese objetivo.
Y con la ayuda de ustedes,
vamos a mantener la maquina económica creciendo.
Y voy a estar pendiente
–doctor Toro, doctor Bueno–, de esta mesa permanente, para ver si podemos
desentrabar la mayor cantidad de recursos posibles, para que ustedes los
inviertan en sus regiones, de aquí al 31 de diciembre. Que Dios los bendiga y
muchas gracias”.
(Fin)
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