Para el Gobierno, el acuerdo
que se logre no puede ser un acuerdo cualquiera. Tiene que ser un buen acuerdo,
el mejor acuerdo posible para los colombianos.
Queremos informar a los
colombianos con total transparencia sobre la marcha de las conversaciones en La
Habana.
La Habana, marzo 23 de 2016.- Recibimos instrucciones del
Presidente Santos de trabajar sin pausa para lograr un Acuerdo para poner fin
al conflicto. Hemos dedicado toda
nuestra energía a ese propósito.
Hace unos meses se acordó que
hoy 23 de marzo se firmaría el Acuerdo Final. Este compromiso fue suscrito por
el propio comandante de las FARC. Sin embargo, eso no fue posible. Con toda
honestidad, tenemos que informar a la opinión pública que en este momento
subsisten diferencias importantes con las FARC sobre temas de fondo.
No vamos a llegar a acuerdos
de cualquier manera.
Para el Gobierno, el acuerdo
que se logre no puede ser un acuerdo cualquiera. Tiene que ser un buen acuerdo,
el mejor acuerdo posible para los colombianos. Porque es a los colombianos a
quienes nos debemos y para quienes trabajamos desde hace tres años y medio cada
día en La Habana.
Con gran esfuerzo, con
patriotismo y con absoluta dedicación.
¿Qué es un buen acuerdo?
Un acuerdo que permita poner
fin al conflicto en condiciones de seguridad para todos. Sobre todo para los
habitantes del campo colombiano y también para las FARC, que necesitan plenas
garantías de seguridad. Ese es nuestro compromiso.
Un acuerdo que como ha dicho
el Presidente Juan Manuel Santos desde el primer día de este proceso rompa de
una vez y para siempre el vínculo entre política y armas. No política y armas,
esa es una consigna especial.
Que nunca más nadie recurra al
proselitismo armado. Y que nadie que participe en política y juegue con las
reglas nunca más sea víctima de la violencia.
Un acuerdo que ponga orden en
un proceso de dejación de armas. Con plazos fijos. Sin zonas grises. Y repito,
sin mezcla de armas y política. Una dejación que se hará ante el componente
internacional en forma totalmente transparente. No puede quedar duda alguna
sobre la decisión de desechar las armas, proceder a su destrucción, clausurar
las fábricas de armamento no convencional y abstenerse de nuevas compras de
armas y pertrechos.
Para el Gobierno, la dejación
de armas es condición para la aplicación de los mecanismos de justicia
transicional y para abrir la puerta de la reincorporación a la vida civil. De
igual modo, lo que se pacte sobre participación política debe estar sujeto
también a la dejación de armas. Insistimos:
nunca más política con armas. Un acuerdo que implique un cese de fuego y hostilidades verificable. Que
cuente con la verificación del mecanismo tripartito encabezado por Naciones
Unidas.
Debe haber garantía de la
ruptura de los vínculos de las FARC con todas las actividades ilegales. Todas
las actividades ilegales.
Tenemos que brindar protección
jurídica y física a las FARC, pero estas tienen que garantizarle a la sociedad
civil que se incorporarán leal y limpiamente a la vida civil.
A propósito de estos temas, se
ha dicho que los plenipotenciarios descartamos el trabajo realizado por la
Subcomisión Técnica de Fin del Conflicto liderada por el General Javier Flórez.
Eso es falso.es totalmente falso.
Las propuestas que han
presentado los generales de la República en la subcomisión técnica son
propuestas sólidas que han sido revisadas por los plenipotenciarios y cuentan
con todo nuestro respaldo.
Desde el equipo de
plenipotenciarios incluidos los militares activos tenemos la plena convicción
de que los puntos sobre los cuales tenemos desacuerdos con las FARC,
corresponden a cuestiones extraordinariamente sensibles. Sensibles para
Colombia. Que no quede duda, el equipo negociador está trabajando para
beneficio del país. Defendemos una
solución al conflicto que respete los valores que son esenciales para Colombia.
Aquí, estamos protegiendo los valores que nos definen como Nación. Los valores que nos definen como nación.
Un buen acuerdo debe promover
una mayor seguridad para los colombianos. Desactivado el conflicto interno,
tendremos recursos, creatividad y esfuerzo humano para acrecentar la seguridad
ciudadana en un marco de ejercicio tranquilo de la fuerza institucional del
Estado con el respeto a la dignidad y garantizando la igualdad y la no
discriminación. La guía será una política de seguridad humana.
Un acuerdo que satisfaga los
derechos de las víctimas. Verdad, justicia, reparación, todo ello bajo un
esquema de garantía de no repetición. No importa el victimario, todos deben
asumir sus responsabilidades.
Un acuerdo que abra las
puertas de la reconciliación. No el que fomente la venganza y el odio. Tenemos
suficiente odio en Colombia. Tenemos suficiente odio en Colombia. Es el momento
de tener grandeza como Nación.
Por fin, un acuerdo es una
oportunidad. Para intensificar los esfuerzos hacia una mayor equidad social.
Allí tenemos un déficit que no podemos negar. Una oportunidad para una política
más limpia, una política más limpia. Una oportunidad para impulsar una mayor
participación, un diálogo más permanente, una integración de nuestro
territorio, de nuestra geografía humana. Ese es el rostro de la no repetición.
Vamos a agotar todos los esfuerzos
posibles para lograr un Acuerdo Final. Pero esto exige decisiones prontas. Los
colombianos lo desean. O mejor, lo exigen. Pero lo haremos sin perjuicio de
estas líneas centrales. Y no estarán las partes indefinidamente en la Habana.
Aquí no estamos hablamos de táctica negociadora. Hablamos de los valores que
son esenciales a la Nación. No habrá, repito, un acuerdo que menoscabe esos
valores. La paz es posible. Una paz grande. No se trata solo de rebajar el
número de proyectiles disparados sino de abrir puertas hacia el futuro. Una paz
grande y una paz buena. Ese es nuestro compromiso con los colombianos. Fuente: Oficina del Alto Comisionado para la Paz
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